José Martí es considerado una de las
figuras históricas más altas, puras, ricas y profundas de la América Latina. En
él se conjugan el dirigente y el creador.
Nació en la Habana el 28 de enero de
1853, su niñez llena de estrecheces y quehaceres agotadores en una factoría
colonial fue el acicate de la clara rebeldía que precedió su acción política y
marcó su oficio de periodista y escritor.
A los 16 años tras la publicación del drama
Abdala, obra de fervor patriótico y ansias libertarias se le procesa por
incidencia y es condenado a trabajos
forzados por las autoridades españolas.
Luego sufre el primer destierro en
1871 cuando solo tenía 18 años de edad.
A partir de este destierro su vida es
una angustiada y sedienta peregrinación por tierras de Europa y de América,
alimentada por su espíritu de dirigente revolucionario, de escritor sincero,
sensible y apasionado su verso y prosa reboza de generoso mensaje humano.
Entre sus principales obras se destacan:
Versos libres (1878-1882)
El presidio político en Cuba (1871)
Ismaelillo (1882)
La edad de oro” (1889).
Nuestra América (1891
Versos sencillos (1891)
En
1878 se firma en Cuba la paz del Zanjón y Martí regresa a su patria pero solo para
afirmar en el “Libertador” que no existe otra más, que la acción armada, para
liberar a su pueblo. Martí continúa su trabajo de ansias libertarias en
artículos y discursos.
En 1880 se encuentra en Nueva York
sufriendo un nuevo destierro, ese mismo año se radica por 6 meses en Venezuela
donde también ejerce el arte de la oratoria y el periodismo.
Allí
de rodillas frente a la estatua expresó:
Gracias Bolívar por haber logrado la
independencia de tu tierra, por haber hecho insaciables esfuerzos por la
libertad de este continente, que hoy te profesa el mismo respeto que en el
campo de batalla.
Gracias a ti, Libertador, hoy somos
libres.
Más tarde dirigiéndose a un grupo de
Caraqueños expresó:
….”Así armado de amor vengo a ocupar
mi puesto en este aire sagrado cargado de las sales del mar libre y del
espíritu potente e inspirador de hombres egregios; a pedir vengo a los hijos de
Bolívar un puesto en la milicia de paz.”
En otro momento refirió: “Deme Venezuela
en que servirla, ella tiene en mi un hijo”
Las ideas antimperialistas plasmadas
por Bolívar cuando dijo “Los Estados Unidos parecen destinados por la
providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad”. Se
reflejan en el pensamiento martiano al expresar:
“Los arboles se han de poner en fila,
para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento y de
la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las
raíces de los Andes”.
Bolívar le dio a la educación una gran
importancia cuando dijo:
“…La educación consiste en enseñar a
los hombres no lo que deben pensar sino a pensar.”
Nuestro Martí fue maestro por
excelencia y a enseñar dedicó parte de su corta vida, nos enseñó que La
educación comienza con la vida y no acaba sino con la muerte.
La pedagogía martiana
Por su
originalidad fue concebida sólo para latinoamericanos y tiene como centro, la
defensa de la cultura de estos pueblos. Se proyecta como arma de lucha para el
logro de la unidad; forma parte de su pensamiento latinoamericanista, cuyo
estudio no estaría completo sino analizamos su modelo educativo.
Concibe la educación como la vía
idónea para preparar al hombre latinoamericano contra el poderoso vecino, lo
que revela la esencia antiimperialista de su pensamiento.
Regresa nuevamente a Nueva York y en
1889 edita la revista infantil “La Edad de Oro”, en su primera edición Martí
afirma:
La Edad de Oro se publica para que los niños
americanos sepan como se vivía antes y se vive hoy en América y en las demás
tierras del mundo.
“Para los niños trabajamos porque los
niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo. Y
queremos que nos quieran y nos vean como cosas de su corazón, así queremos que
los niños de América sean hombres que digan lo que piensan y lo digan bien,
hombres elocuentes y sinceros.
Por tal motivo concebía la educación
como un derecho del ser humano. Era un pedagogo innato, que tenía fe profunda
en la educación, sobre todo en aquella que prepara realmente para la vida.
Otros de los
numerosos rasgos que caracterizan a nuestro héroe nacional es su interés por la
salud referente a ello en 1882 planteó: “[...] el arte de curar consiste más en
evitar la enfermedad y precaverse de ella por medios naturales que en combatirla
por medios violentos, e inevitablemente dañosos para el resto del sistema, cuyo
equilibrio es puesto a contribuir en beneficio del órgano enfermo. La higiene
va siendo la verdadera medicina, y con un tanto de atención, cada cual puede
ser un poco médico de sí mismo.
La salud pública es para Martí un
problema social de primer orden y la vigencia de su pensamiento en esta esfera
pasa por hitos permanentes como su exhortación a la práctica de la medicina
preventiva y su estímulo a la investigación de nuevas posibilidades
terapéuticas.”
Sobre la enfermería expresó:
La más noble de las ocupaciones, y
quién sabe si la más grata, es la de Enfermeras ( en carta a Gonzalo de Quesada
en 1890).
Las enfermeras cubanas han sabido
honrar este legado, porque tienen la humanidad y la nobleza de la cual él
habla, características que se aprecian en Cuba y en otros países donde se ha
brindado ayuda internacionalista.
Sobre enfermedad dijo:
...¿sana el enfermo con conocer por
medios violentos toda la gravedad de su mal?. Dáñenle los medios, sin que su
mal cure por eso. La enfermedad humana es mucha y todo lo singular encuentra
amigos. Hay enfermedades sociales que el buen médico no ha de irritar, si les
busca la cura, sin conllevar, y tratar con sabio engaño, como a los locos.
En prever está todo el arte de salvar.
Salvarse es prever.
Sobre salud expresó:
... la única salud verdadera, que es
la que viene a un cuerpo bien administrado del orden de la mente y la serenidad
del corazón.
Sobre medicina planteó:
Porque una vez más se ha probado que
se puede sacar de un lugar del cuerpo un trozo de carne viva, y ponerla en
otro.
José Martí es fuente inagotable de
investigaciones históricas en el afán de entregarnos los detalles más
apasionantes de su vida como extraordinario revolucionario y hombre de letras
que sin dudas se adelantó a las mentes más prolíficas de su época, con el paso
del tiempo, se ha escrito más acerca de sus vínculos con los deportes, una
faceta menos conocida en su fecunda labor periodística y literaria. Se conoce
que practicó una sola especialidad: el ajedrez; pero en sus crónicas demostró
conocimientos sobre carreras de fondo, fútbol americano, billar, boxeo,
equitación, esgrima, caza, corridas de toros y patinaje, entre otros.
En un artículo publicado en marzo de
1883, escribió sobre la importancia de la práctica del deporte: «En estos
tiempos de ansiedad de espíritu, urge fortalecer el cuerpo que ha de
mantenerlo. En las ciudades, sobre todo, donde el aire es pesado y miasmático;
el trabajo, excesivo; el placer violento, y las causas de fatiga grandes, se
necesita asegurar a los órganos del cuerpo, que todas estas causas empobrece y
lastiman, habitación holgada en un sistema muscular bien desenvuelto, nivelar
el ejercicio de todas las facultades, para que no ponga en riesgo la vida. A
los niños, sobre todo, es preciso robustecer el cuerpo a medida que se les
robustece el espíritu».
Sobre El Deporte:
Para casi nadie es un secreto la
afición de Martí por el ajedrez. Incluso llegó a practicarlo durante su
estancia en México y Guatemala. Las primeras pruebas concretas del interés del
Maestro por el juego ciencia fueron en febrero de 1875, en tierras aztecas,
exactamente en la casa del emigrado cubano Francisco Zayas Bazán. Este hombre
era el padre de Carmen, quien años después se convertiría en la esposa y madre
de su hijo.
Más tarde, al trasladarse Martí a
Guatemala, fue compañero de juego del General Miguel García Granados,
expresidente de la República y padre de María García Granados, a quien Martí
dedicara su inolvidable poema La Niña de Guatemala.
El más universal de los cubanos fue un
duro crítico de los deportes donde predominaba la violencia. El boxeo, las
corridas de toros, las competencias de corredores a pie y el fútbol americano
recibieron su afilado verbo.
En una crónica publicada en el
periódico La Opinión Nacional de Caracas, el 4 de marzo de 1882, titulada Una
pelea de premio, calificó al boxeo como «una cosa brutal, vacía de hermosura y
de nobleza».
Más que la crítica al combate
boxístico, analiza el impacto social que tiene la bestial pelea y termina su
artículo con esta reveladora frase: «Es este pueblo [el norteamericano] como
grande árbol: tal vez es ley que en la raíz de los árboles grandes aniden los gusanos».
En otro artículo suyo, publicado en el
diario neoyorquino The Sun, el 31 de julio de 1880, Martí relata una corrida de
toros en Madrid. A través de ella, las palabras sangre, muerte, además de los
supuestos gritos de alegría, aparecen continuamente, como una forma de
ilustrarnos la deshumanización a la que se puede llegar en las corridas: «Si un
toro magulla a un hombre y queda sobre el suelo, dado por muerto, a nadie le
importa. Se continúa la función igual y a veces se aplaude al toro».
El fútbol americano, uno de los
deportes más violentos del mundo, también recibió la diatriba de Martí. Acerca
de un partido entre los colegios de Yale y Princenton, escribió en La Nación de
Buenos Aires, el 11 de enero de 1885: «Debajo de mis ventanas pasa ahora, en
una ambulancia, en trozos, unidos apenas por un resto de ánima el capitán de
uno de los bandos de jugadores de pelota de pies. El juego sigue, y el vítor, y
el aplaudir de las mujeres. A otro le cuelga el brazo dislocado. A otros les
corre la sangre por los rostros».
También describió crudamente la
indignación que le producían las carreras profesionales de corredores a pie,
por lo que tenían de despiadadas e inhumanas. Al comentar estas Martí publicaba
el 22 de marzo de 1881: «Apretados los codos a ambos costados, cerrados los
puños, jadeante la faz, y llagados los pies, tajan el aire en una carrera los
caminadores que, en torneos por dinero, comparten con sus hazañas repugnantes y
sus ojos salidos de las órbitas, la admiración de un público enfermizo que ha
aprendido a mirar sin dolor las lastimaduras de los pies y las del alma»
.
Cuando se hable de periodismo
deportivo es válido recordar entonces al hombre de La Edad de Oro, insigne
pensador de la política y la cultura latinoamericanas, quien en su impronta
creativa no olvidó la apasionante esfera de la actividad del músculo.
Igualmente, avizoró Martí, como ningún
otro pensador de su tiempo, lo bestial y repudiable que se engendraba en los
Estados Unidos a través de la comercialización y el profesionalismo, que en la
actualidad se exacerba a escala mundial: «La mente ha de ser bien nutrida, pero
se ha de dar con el desarrollo del cuerpo, buena casa a la mente», fue una de
las máximas de nuestro Héroe Nacional, en cuanto a la práctica deportiva se
refiere.
El acceso a la práctica
democratizadora del deporte es digno de resaltar en el pensamiento martiano, lo
que al menos en la región no ocurrió durante el período de vida del intelectual
cubano debido a que las élites político-económicas mantenían una posición
clasista sobre la actividad deportiva.
Con el triunfo revolucionario de enero
de 1959 las nuevas autoridades en la figura de Fidel Castro y del Instituto
Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) transformaron el
deporte en derecho genuino del pueblo cubano, que cada día adquiere mayor
reconocimiento no solo por sus campeones y medallistas mundiales, sino por sus
valores éticos comprometidos con los ideales del olimpismo internacional.
Martí Libertador Cubano Revolucionario.
Desde su residencia en el exilio, José
Martí se afanó en la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y
en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano y la revista Patria. Se
convirtió entonces en el máximo paladín de la lucha por la independencia de su
país.
Dos años más tarde, tras entrevistarse
con el generalísimo Máximo Gómez, logró poner en marcha un proceso de
independencia de Cuba.
Fue abatido por las tropas realistas
cuando contaba cuarenta y dos años en Dos Ríos un 19 de Mayo de 1895. Martí es considerado,
junto a Simón Bolívar y José de San Martín, uno de los principales
protagonistas del proceso de emancipación de Hispanoamérica.
Al referirse al asalto al cuartel
Moncada, ocurrido 58 años después de su muerte Fidel Castro manifestó que fue
José Martí el autor intelectual de ese acto patriótico. José Martí el
libertador cubano que inspiró la Revolución cubana con su muerte dejó de ser
combatiente armado pero su imagen y pensamiento laten en el corazón de los
patriotas americanos
Ponentes de la Misión Educativa Cubana
LIC. REINALDO HIDALGO BETARTE
MSc: MILAGROS AGUIAR
ROJAS